Los 7 jinetes del Apocalipsis

Tessa West, profesora de la Universidad de Nueva York, lleva 15 años estudiando el comportamiento humano y tiene una buena idea de por qué somos así en el trabajo.

De tanto lidiar con comportamientos “tóxicos” en las distintas empresas en las que actuaba como coaching, un día especialmente malo tomó un lápiz y un papel e identificó las siete clases de conductas dañinas con las que uno puede encontrarse en su trabajo.

Ese fue el germen de ‘Jerks at Work’ (‘Gilipollas en el trabajo’, Penguin Random House), un libro en el que identifica los comportamientos más venenosos del mundo laboral desde su posición como responsable del West Interpersonal Perception Lab, un grupo de investigación de la Universidad de Nueva York.

De acuerdo a la entrevista que ofreció a EL CONFIDENCIAL (Héctor García Barnés 18/03/2022 ) a lo largo de su libro, West detalla los siete perfiles de comportamientos ( “capullos canónicos”) en el trabajo.

Aquellos empleados cuyos comportamientos perjudican a sus compañeros y a los trabajadores que tienen por debajo, incluso a sus superiores inmediatos.

Nos referimos a estas siete (7) categorías:

  1. Los “trepas” generan estructuras que perjudican a todos, incluidos sus superiores» El trepa (‘kiss up/kick downers’, literalmente, ‘los que besan a los de arriba y patean a los de abajo’) pretende ascender a cualquier costa. Para conseguirlo, trata a todos los que están a su nivel o por debajo como competidores y guarda sus buenas formas para sus superiores.

Son la muestra más evidente de que vivimos en entornos laborales cada vez más competitivos: hay pocos puestos para todos los que somos. 

“La gente en lo mas alto de las compañías no es que cobre 10 veces más que el nivel inmediatamente inferior, es que cobra 100 veces más. En EEUU no hay topes salariales. En empresas como Netflix, donde tuvieron verdaderos problemas de ‘burnout’, han hecho mucho para arreglarlo. Lo interesante de los trepas es que no les importa estar en lo más bajo de la jerarquía porque saben qué necesitan hacer para ascender. Se benefician de los sistemas que refuerzan su comportamiento cuando crean esas estructuras clientelares que perjudican a todos, incluidos ‘seniors’ o cargos intermedios, a los que hacen la vida imposible”. 

  1. Los ladrones de crédito (‘credit stealers’) hacen pasar por suyas tus ideas. Son amigables, te echan una mano para poder llevarse el mérito. Minimizan tu contribución y son buenos ocultando sus huellas.

Pero West recuerda en el libro algo importante: en un entorno laboral donde todos comparten referencias y costumbres, es fácil que dos personas tengan la misma idea sin que una sea un plagio de la otra. 

“Hay que ser muy cuidadosos cuando se acusa a alguien de jugártela en el trabajo. Muchas ideas circulan por el aire.

La mayoría de la gente considera que recibe menos reconocimiento del que merece. Es un sesgo humano, porque todos sabemos cuáles ideas teníamos en la cabeza antes de expresarlas en voz alta.

Nueve veces de cada 10 es difícil atribuir el crédito de manera exacta. Y luego está la diferencia entre la gente a la que se le ocurre algo y la que lo hace: la gente quiere todo el crédito por la idea y desprecia la ejecución, aunque lleve 10 veces más tiempo”. 

  1. Los parásitos (‘free riders’) son expertos en no hacer nada y ser recompensados por ello. Se cargan de trabajo que parece importante pero requiere poco esfuerzo. Funcionan en los equipos que funcionan. El problema: caen bien, por lo que nadie quiere delatarlos.

Son contagiosos. Uno solo basta para que el rendimiento del grupo empiece a caer.Los parásitos le caen bien a todo el mundo. Son divertidos.

“El parasitismo que no recibe castigo es realmente contagioso. Una vez que te das cuenta de que la gente se sale con la suya, y que no solo nadie les dice nada sino que no recibes ninguna ventaja por no ser un vago, aparece el problema. 

Pero en lo que son muy buenos también es en que la gente se desvíe del tema. Se pasan las reuniones conversando o haciendo algo divertido pero poco productivo. Tienen muchos amigos en el trabajo. Es divertido trabajar con ellos, de hecho prefieres trabajar con ellos que con la gente que se concentra en su tarea. Pero el trabajo no sale adelante”. 

  1.  El micromanager es un jefe impaciente que no respeta tus límites. Es posible que trabajase de lo mismo que tú ahora, por lo que supervisa hasta el más pequeño detalle.

De repente, dejan de interesarse por lo que haces hasta que semanas después vuelven a aparecer y a sobrecargarte de peticiones para sentir que lo tienen todo bajo control.

Con el teletrabajo les ha ido muy mal. “No llevan muy bien la incertidumbre y no poder ver cómo se trabaja. Así que si no están en la oficina a tu lado para verte, se imaginan lo peor”.

Por otra parte, las formas de comunicarnos se han vuelto muy complicadas desde el comienzo de la pandemia. Antes mandabas un correo electrónico y sabías que había un plazo de tiempo para responderlo, pero hoy nos escribimos todo el tiempo.

“Los micromanagers son letales si no tienen límites. Son como niños de tres años a los que sacas de sus horarios, son malísimos a la hora de controlar su comportamiento compulsivo.

Así que sin límites, se vuelven locos. Hay que decírselo, no van a darse cuenta”. 

  1. El jefe descuidado (‘neglectful boss’) detesta no enterarse de las cosas. Vive continuamente nervioso por no ser capaz de gestionar a su equipo, lo que le hace controlar a sus trabajadores para reducir su ansiedad. A menudo les ocurre porque eran buenos trabajadores, pero no buenos jefes. Como dice el principio de Peter, “todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia”.

 «Lo frustrante de los avasalladores es ver cómo sus jefes no hacen nada. Su jefe era bueno en su puesto anterior, así que le ascendieron. Pero supervisar el trabajo de otras personas requiere habilidades muy distintas. Tendrían que recibir alguna clase de formación al dar ese paso. Así que debería reconocerse que no es un ascenso, sino una nueva posición por completo». 

  1.  Los manipuladores (‘gaslighters’) aíslan a sus víctimas y crean una realidad alternativa que sirve sus necesidades. Los amenazan con que su trabajo está en riesgo, o les dicen que los demás están en contra de ellos, y así se salen con la suya

 “No tienen poder real, su poder es psicológico. Funciona como con las sectas. Te obligan a callarte para conservar tu trabajo, y lo hacen a través de pequeñas tácticas. Por ejemplo, conozco a alguien cuyo jefe le decía que no debía hablar en las reuniones porque nadie la entendía por su acento. O que no les pidiese opinión a los demás porque escribía muy mal. A través de esas tácticas de miedo, terminó marginada y pensando que no podía decir nada, suele ocurrir si eres nuevo o no conoces a mucha gente. Esta táctica funciona muy bien para asustar a la gente más miedosa. Si hablan, creen que les va a ocurrir algo malo”. 

  1.  Los avasalladores (‘bulldozers’) son veteranos, tienen buenas conexiones y consiguen lo que quieren. Imponen sus decisiones e intimidan a sus superiores. Se les ve venir desde lejos. Y, sin embargo, siguen existiendo.

Son el signo más claro de que no sabemos qué hacer con los “capullos” en el trabajo.

A menudo se salen con la suya porque siempre hay alguien por encima que no les da importancia, o que siente miedo de ellos. Lo frustrante no son solo ellos, sino también sus superiores.

“La mayoría los identificamos, porque son muy predecibles, pero hace falta tener un jefe que mire hacia otro lado para darles el oxígeno que necesitan para tener éxito. Son el ejemplo de que todos debemos buscar aliados. Si ves a un avasallador, no le eches la culpa, culpa a todo el equipo por permitirlo y a tu jefe por no hacer nada”.

¿Te resultan conocidos estos tipos de conducta?

La mayoría te sonarán familiares.

Si no es así, tal vez el capullo seas tú… 

Albertina Roche

Consultora

Intelectum Beyond Consulting.-

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