LAS MANZANAS PODRIDAS

La Teoría del efecto del mal compañero de trabajo

Según Robert Robert Maurer en el blog getpersonalgrow.com (15/11/2021), no es raro que a lo largo de nuestra carrera acabemos teniendo dentro de nuestro equipo de trabajo a alguna persona conflictiva.

Alguna pistas de cómo son: llegan tarde, se van temprano, no acaban su trabajo a tiempo y siempre tienen la excusa perfecta que justifica su fallo.

Su comportamiento nos es muy conocido:

  • Personas que esquivan su propio trabajo y responsabilidades, poniendo incluso sobre hombros ajenos sus propias tareas.
  • Personas pesimistas, derrotistas y tremendamente críticas con todo.
  • Trabajadores que actúan como auténticos “bullies”. Hacen uso de una actitud agresiva, aplicando la intimidación, la burla, la crítica, etc.
  • También son comunes los comportamientos deshonestos. Son personas que llegan a hacer uso de la ilegalidad, redactando informes falsos, haciendo uso de engaños, chantajes, etc.

 

Llamamos “manzanas podridas” a esos compañeros de trabajo que hacen uso de la negatividad, la crítica o el abuso constante. Con su comportamiento contaminan a toda la organización, ocasionando estrés, sufrimiento y baja productividad.

«Manzanas podridas» puede haber en la mayoría de las empresas. Son un problema frecuente y existe la posibilidad de que la negatividad que desprenden se propague por la empresa como una plaga. La solución no es sencilla, aunque haya que ponerla cuanto antes por los problemas de productividad que puede acarrear.

Un estudio del grupo Glassdoor, estableció que el 95% de las empresas afirman contratar al menos una manzana podrida cada año.

¿Cómo es posible? ¿Qué influjo tiene una sola persona como para alterar los cimientos de toda una organización y generar un impacto tan negativo? Muchos expertos hablan de un Efecto Dominó.

La teoría de la manzana podrida nos dice que en toda organización existe un trabajador cuya actitud o personalidad puede “infectar” al resto a través de su comportamiento. Estas presencias no solo provocan malestar, bajas médicas e infelicidad en el clima laboral, sino que además suponen un gran gasto económico para las propias empresas.

Y no solo eso, los problemas laborales llegan también al ámbito personal y familiar. Los conflictos en el trabajo no se quedan en el trabajo, nos los llevamos con nosotros. El impacto por tanto es considerable a todos los niveles. Y eso no es todo, en muchos casos el impacto no llega solo a los compañeros de trabajo, también los clientes son afectados por estas conductas.

¿Por qué las empresas no tienen filtros para identificar a las manzanas podridas?

 Algo que nos revela la teoría de la manzana podrida es que, por lo general, las empresas siguen la práctica de contratar rápidamente y despedir lentamente. ¿Qué quiere decir eso? En muchas organizaciones, la necesidad de cubrir un puesto de trabajo puede forzar un proceso de selección rápido e ineficiente.

En ocasiones, esa inmediatez hace que no se tengan en cuenta valores en variables importantes. A ello se le añade otro hecho esencial, y es que con frecuencia las pruebas para valorar a un candidato no nos permiten intuir factores ocultos de personalidad o comportamientos futuros en el escenario laboral.

En muchos casos, podemos dejarnos llevar por las habilidades duras, por ese currículum impresionante, por el modo de desenvolverse y la asertividad. Sin embargo, no siempre se dispone de tiempo para profundizar en las competencias blandas, como su habilidad para hacer equipo, la actitud positiva, o la Inteligencia Emocional.

¿Qué hacer cuando una manzana podrida se escapa de los filtros de los procesos de selección?

Como se señaló al inicio: por término medio, cada empresa acaba contratando una manzana podrida cada año.

Con frecuencia estas situaciones no se resuelven de manera rápida. La teoría de la manzana podrida nos dice que, por término medio, se tarda bastante en intervenir, cuando los primeros en sufrir el impacto de estas presencias tóxicas y negativas son los trabajadores.

Como podemos suponer, no siempre es fácil denunciar estos comportamientos o convencer a gerencia para que intervenga.

En aquellas organizaciones donde siguen funcionando los esquemas de la verticalidad y no de la horizontalidad, las manzanas podridas se esconden. Porque no existe esa comunicación directa entre empleados y dirección.

Lo ideal es detectar estas conductas lo antes posible por el bien de toda la organización. Tras la identificación, se puede llevar a cabo algunas de estas acciones:

  • Aplicar un plan para mejorar sus competencias a la hora de trabajar en equipo.
  • Se le puede desplazar a un puesto con una posición menos interactiva o proyectos que reduzcan su colaboración con los demás, o retirarlos del equipo por completo.
  • Se puede proceder al despido.

¿Por último, y si es un trabajador eficiente?

¿Podemos darnos el lujo de despedir o de dejar de contratar a este «intoxicado» con talento? Es tan complicada la situación que no hay una respuesta única.

Posiblemente, la empresa deba colocar sobre la balanza dos factores: por un lado, el trabajo en equipo y la cultura de la empresa; por otro, el aporte de su trabajo.

¿Quién gana? La eficiencia puede resultar nula si su actitud contamina el ambiente y hace disminuir el rendimiento al resto.

Sea como sea, este tipo de situaciones requieren actuaciones firmes, rápidas y efectivas. La pasividad solo origina desgaste, del que solo se derivan pérdidas.

En conclusión, ignorar a un empleado problemático es la peor alternativa.

Actúa lo más pronto posible. O lo lamentarás.

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